El trueno.

   Sid levantó la vista en dirección a las nubes, las cuales pintaban presagios luminosos e indefinidos. Comenzó a silbar una canción compuesta por notas que sonreían y se abrió paso a través de los arbustos. Aún quedaban varios kilómetros y quizá el viaje durara más de lo esperado.
   Daba igual lo que dijeran. El pueblo siempre iba a subestimar sus ansias de exploración. El apoyo de su clan había flaqueado, revelando el miedo a aceptar que no les pertenecía y gritando una profunda negación ante la idea de que su hogar se encontraba lejos de donde nació... 
Pero su casa era el propio camino. La búsqueda de su lema. Y guardar rencor a aquellas personas que no creían en él se le antojaba ilógico... Temían a lo diferente. A lo desconocido. A desligarse de las costumbres. A la libertad. Al poder individual. Y eso era justo lo que su alma tanteaba a ciegas con el mismo ímpetu que una gaviota persigue el sonido del mar. Lo anhelaba con la ilusión de una estrella que espera la llegada de la noche para redoblar su brillo. 
   Un relámpago cruzó el cielo. Sid se refugió en un claro cercano y se tumbó en la hierba a espera de que la tormenta aterrizara. Un sonido electrizante y feroz procedente de las alturas zarandeó la tierra y retumbó dentro de sus oídos y del tronco de los pinos con vehemencia.
   La naturaleza también necesitaba limpiar sus heridas.
   Cuando la lluvia tocó por fin su piel, sintió que las gotas arrastraban una desolación gris de su memoria y que el deseo de vivir recorría sus venas de nuevo. 
Él merecía escribir su futuro sin guiones ajenos, tatuar su verdad en las huellas del tiempo.
   Posiblemente muchos querrían aún que regresara, que su piel jamás cambiase y su voz se mantuviera muda. Aun así, nunca abandonaría el sendero que le conduciría hacia sí mismo. Esa certeza palpitaba en sus entrañas cual cascabel imbatible. 


R. A. ©


Comentarios

  1. Palabras profundas y un escenario muy bien recreado. Espero que la historia continúe ;)

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