Diario de J.

Odiaba aquel callejón. Estaba vacío. Al igual que yo. 
  En él siempre reinaba el silencio. Como un guardaespaldas. Como una huella de la oscuridad que albergaban sus paredes cubiertas por pinturas urbanas. 
  El eco de la vida nocturna se escondía bajo los escombros, los restos de basura y los cristales rotos que dormitaban allí. Era el sitio idóneo para que no te encontraran. Para cometer un asesinato y continuar siendo inocente. 
  Los cinco miramos durante largo rato ese rincón aislado y frío con los ojos enrojecidos. Cada 
anochecer, al pasar delante de aquella zona, a nuestra mente acudían las imágenes de un río rojo deslizándose sobre su suelo descolorido.   
  Un líquido no exculpatorio que gritaba la ausencia del que, a nuestro lado, habría cumplido dieciséis años.


Ruby Atlas ©
Ilustración: Andrew-23



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