Jack observó el final de la avenida con la mirada perdida. Los rayos del mediodía se reflejaban
en sus ojos castaños y aportaban piedad a una jornada dura.
Dejó escapar un suspiro, el cual, lejos de los ruidos sordos de las balas y
de las llamadas de socorro cruzando las líneas de los walkies, contenía un alivio esperanzador.
La línea de la ley casi se había difuminado ante sus pupilas, pero esa
vieja ilusión de justicia, esa voluntad de hierro que había crecido en su pecho, acababa de convertirse en la salida de emergencia
ante un incendio moral colectivo.
El agente del departamento de
protección civil posó la vista sobre él.
Una pausa ralentizó el tiempo dentro del
coche y las respiraciones de ambos se coordinaron dentro de una burbuja de inquietud.
—Lamento mucho lo ocurrido. Hubiera sido mejor quedarnos en la base esperando vuestras órdenes —declaró el muchacho.
Su tutor bajó los párpados y permitió que la situación hablara
por sí misma, cediéndole la orientación del diálogo, por una única ocasión en
su vida, a los sentimientos.
—Sin embargo, he de reconocer que me equivoqué contigo, Jackie. Después de que esos tipos huyeran de nuestros guardias, has
sabido tomar el control de la situación y devolver la perspectiva al equipo.
Has reconducido los acontecimientos con el coraje de
un verdadero defensor —una leve sonrisa se dibujó sobre su cara—. Enhorabuena, policía Knight.
Los latidos del joven se intensificaron
hasta anular cualquier duda que resquebrajara sus
decisiones. Recordó sus incontables esfuerzos por solidificar su
pasión consagrada al salvamento de las personas, y aquel reconocimiento de su padre pronunciaba una estimación certera y franca. Su reacción le hizo sentir que los pasos dados no los habría comprado ningún otro destino, por muy noble que este fuera.
Su boca se ensanchó con orgullo.
—Gracias por ver en mí lo que quería demostrarte.
El hombre asintió a la vez que un rastro de compunción se
apoderaba de su carácter estoico.
—Perdóname si he creído que solo buscabas
conseguir una placa. No me había parado a pensar cuánto deseabas el trabajo. Entiende que esta rutina sigue cargada de amenazas, ilegalidades, riesgos e incluso muertes —dijo
honestamente, tocándose el uniforme—. Supongo que traté de evitar que escogieras
la misma senda que yo, plagada de memorias ponzoñosas, de cosas que imploro por olvidar. No obstante, siempre he intuido que
te sobra honor. Y hoy lo he comprobado —se giró hacia la izquierda, dedicándole un saludo satisfecho al
otro adolescente junto al Land Rover del segundo
oficial—. El chico de
John y tú merecéis una oportunidad.
Jack levantó la mano para colmar de ánimo a su amigo, el cual se batía en un duelo
con su mentor, y una luz se encendió en los ojos marinos de Tyler al abandonar un futuro de posibilidades perdidas.
—Aunque ha sido una jornada difícil, los dos han
aprendido mucho acerca del otro. Sea lo que sea lo que hayamos logrado, ellos
se han llevado el mejor premio: la reconciliación.
—Parece que rendir cuentas era su actividad pendiente —colocó con amabilidad la
muñeca en el hombro del joven—. Me alegro de que este incidente haya servido para algo más que para
coger a esos bandidos.
A Jack le invadió una sensación de triunfo y rememoró las miles de veces en que las dos familias,
pese a las diferencias y a los problemas, se habían apoyado.
—Exacto. El trofeo es dibujar el futuro con ayuda de los que creen en ti.
R. A. ©
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