Pasión sombría [Fanfic]

   Jon se apoyó sobre la pared y esperó a que la fila de alumnos se redujera. A medida que los jóvenes abandonaban la clase con los resultados del examen grabados en sus caras, la presión subía por su garganta y le helaba la sangre. La hora del almuerzo se aproximaba y, aquel detalle, junto a sus pésimas expectativas de aprobar después de las inútiles horas de estudio, provocó que su estómago le incitara a devolver el desayuno.
   Contuvo el aliento esperando a que las náuseas se disolvieran y, antes de bajar los párpados y alejarse del mundo, la imagen de Olly analizándole desde el extremo opuesto del pasillo le forzó a mantener el oxígeno en el pecho. El gesto de su antiguo compañero revelaba cruelmente una debilidad y un dolor infantiles, y su figura menuda, a años luz de transmitir la intimidación y la entereza que durante meses lo había convertido en el interno más temido del Barnes School, ahora reflejaba una triste y hosca humillación.
   El chico parpadeó y la ilusión desapareció bajo la tenue iluminación de ese lugar en el que ya no existía la alegría.
   Olly ya no dormía con ellos. El hijo del subdirector se había ido para siempre. A partir de esa semana, ningún muchacho volvería a ser maltratado por aquel pequeño monstruo. No obstante, a pesar de sus apariencias, el matón había terminado siendo vulnerable.
   Jon agitó la cabeza tratando de recomponerse. Su corazón se le antojaba una bomba de relojería a punto de explotar. ¿Debía pagar algún precio por su muerte, por el suceso del que, al menos de un modo indirecto, era responsable? Todos habían oído la descripción del accidente. Y las circunstancias podía haberse evitado. Pero los hechos hablaban en silencio y la ausencia del chico golpeaba sus costillas con idéntica dureza a la empleada por los puños de Olly sobre la víctima durante trimestres enteros. ¿Qué le convenía hacer?
   En ese instante, alguien posó la mano en su hombro. A simple vista no resultaba fácil distinguir la intención que ocultaba el gesto... Sin embargo, Jonathan supo que esos dedos lo acariciaban con una mezcla de posesividad y protección, con una venenosa apropiación que le retaba a despedirse de su voluntad y adoptar la suya.
   ¿No comes?
   —Primero recogeré la nota de latín.
   El muchacho de tercer curso se dio la vuelta y le observó sumido en una quietud férrea. Su fachada amenazadora se fue tornando más oscura según la determinación asomaba a las pupilas de su compañero de cuarto, y una atracción enérgica y devastadora hizo que la estabilidad de Johnny se quebrara.
   Estás pidiendo una hamburguesa a gritos —Blake se colocó delante de él y le incendió con una singular sensación que le hacía orbitar en una gravedad diferente. Ese calor le empujaba a caer en la caótica aunque refulgente perspectiva del mayor de los dos y a desear el peligro—. Déjalo para luego. No aparecerá un cinco en tu expediente por esperar ahí de pie.
   Jon le dirigió una mirada inquisitiva, intentado averiguar qué se escondía tras sus secretos ya compartidos. Su amigo desprendía un aura enigmática que apremiaba a cualquiera a permanecer a su lado y a venerar su insensibilidad solitaria. Pese a ello, la devoción que le instaba a admirar a ese príncipe fuerte y seguro, inalcanzable y misterioso, iba ascendiendo. Y el pánico hacia sus acciones violentas se acrecentaba.
   —¿Qué? ¿Vienes a la cocina o no?
   Según el tiempo engullía la resistencia de Jonathan, las palabras escaparon de su garganta.
   —De acuerdo. Supongo que no habrá problema en regresar después.
   Al decir aquello, se arrepintió. ¿Averiguaría alguien que la gran tragedia del mes había sido ideada por su animadversión y llevada a cabo por ambos?
   No obstante, su culpabilidad se alivió cuando notó un brazo posarse alrededor de su cuello con un ademán satisfecho. Aquel líder de la destrucción le devolvió una sonrisa engendrada por una rabia antigua, una mueca que ansiaba endurecer el mundo.


R. A. ©



Comentarios