Depredadores.

   Las cosas acabaron con un sonido sordo. Habíamos estado ciegos y enfermos de violencia, y la sed nos había llenado la sangre de un ferviente egoísmo, reduciendo los sentimientos a cenizas.
   Hoy la sombra de lo que fuimos nos persigue y los dos evitamos las calles donde nuestras huellas permanecen grabadas. Pero el ayer no se puede borrar y sé que sobreviviremos como los cazadores que somos. Nos hemos reducido a depredadores de un amor que jamás conseguiremos mientras asfixiemos ambos corazones.
   Ni siquiera ahora, en la distancia, queda algo que justificar. El tiempo nos arrastrará a través de los errores y las mentiras, empujándonos por los túneles de la cobardía que agrandó las heridas.
   

R. A. ©


Comentarios